LA ÚLTIMA SOMBRA
La Última Sombra
En un pequeño pueblo, rodeado de bosques oscuros y susurros inquietantes, se encontraba una antigua casa, conocida por ser el hogar de la familia Montiel, que había desaparecido misteriosamente hace más de veinte años. Nadie se atrevía a acercarse a la casa, pues se decía que sus sombras estaban atrapadas entre las paredes, clamando por ayuda.
Laura, una joven periodista intrigada por la historia, decidió investigar la casa. Al llegar, el aire se volvió frío y la atmósfera se tornó densa, como si la casa misma respirara en su contra. Sin embargo, su curiosidad la empujó a cruzar el umbral.
Una vez dentro, el tiempo parecía haberse detenido. Las paredes estaban cubiertas de polvo, y el silencio era abrumador. Laura encendió su linterna y comenzó a explorar, tomando notas sobre los objetos olvidados que la familia había dejado atrás. Pero a medida que avanzaba, empezó a notar algo inquietante: sombras que parecían moverse en el rabillo de su ojo.
En la planta superior, encontró una habitación cerrada con una puerta desgastada. Al abrirla, una brisa fría le acarició el rostro, y la luz de su linterna reveló una serie de retratos familiares. Pero había algo extraño en ellos; las caras parecían distorsionadas, como si estuvieran atrapadas en un grito silencioso.
Laura sintió un escalofrío recorrer su espalda y decidió salir de la habitación, pero cuando giró para irse, la puerta se cerró de golpe detrás de ella. Intentó abrirla, pero estaba atascada. El pánico comenzó a apoderarse de ella. En ese momento, escuchó un susurro, suave pero claro: “Ayúdanos”.
Asustada, buscó a su alrededor, pero no había nadie más. El susurro volvió a sonar, esta vez más fuerte. “Ayúdanos…”. La voz era de una niña. Laura, a pesar de su miedo, sintió una extraña conexión con la voz y decidió que debía ayudar.
Comenzó a buscar una forma de liberar a las almas atrapadas en la casa. Mientras buscaba, las sombras parecían moverse más cerca, y cada vez que las miraba, se sentía más débil. Un frío abrumador la envolvía, y en un rincón, encontró un viejo diario desgastado. Sus páginas estaban llenas de garabatos de la niña, describiendo cómo la familia había sido atrapada por una sombra oscura que había invadido su hogar.
Laura se dio cuenta de que la sombra no solo había atrapado a la familia, sino que también estaba intentando poseerla a ella. A medida que leía el diario, comprendió que debía enfrentar la sombra y liberarlas, o sería la próxima en ser atrapada.
Reuniendo todo su valor, se dirigió al sótano, el lugar donde la sombra había sido vista por última vez. La oscuridad era intensa, casi tangible. Al llegar, una figura oscura emergió de la sombra, con ojos rojos que brillaban como brasas. Laura sintió el terror consumirla, pero recordó las palabras del diario.
“Debes confrontar a la sombra con luz”, pensó.
Desesperada, sacó su linterna y la iluminó directamente en la figura. La sombra se retorció, gritando en un susurro que resonó en su mente. “¡No puedes hacerme daño! ¡Soy la que controla este lugar!”
Pero Laura, llena de determinación, continuó iluminando la figura. “¡Libera a las almas que atrapaste! ¡No tienes poder sobre mí!”
La sombra se desvanecía con cada palabra, pero también sentía que la energía que había acumulado en la casa se dirigía hacia ella, intentando quitarle la luz. Entonces, recordó el diario. Las palabras de la niña resonaron en su mente: “La luz más brillante proviene del amor”.
Con un último suspiro, Laura cerró los ojos y pensó en todas las cosas que amaba: su familia, sus amigos, su vida. Con el corazón lleno de amor, dejó que la luz brillara desde dentro de ella.
Cuando abrió los ojos, el sótano estaba iluminado por una luz dorada. La sombra gritó, pero esta vez, el sonido era uno de desesperación. Se desintegró en el aire, dejando atrás un aire ligero y limpio. Laura sintió una oleada de energía mientras las almas atrapadas comenzaban a aparecer a su alrededor, agradecidas y sonrientes.
—Gracias —dijo la niña, antes de desvanecerse en un destello de luz.
Laura se quedó allí, en el sótano, sintiendo cómo una paz profunda llenaba el lugar. Cuando finalmente salió de la casa, el aire fresco la recibió, como si el mundo hubiera sido purificado. Las sombras habían desaparecido, y el hogar de los Montiel había sido liberado.
A partir de ese día, la casa fue solo un recuerdo del pasado, y Laura nunca volvió a sentir miedo en su corazón. Había enfrentado a la sombra, y con su luz, había liberado a las almas atrapadas. Desde entonces, las historias de aquel hogar se transformaron en leyendas de valentía, amor y liberación.
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